Cuando estábamos preparando el viaje a Angola, sabíamos de una gran extensión de dunas que terminaban en las aguas del Atlántico, teníamos muy poca información y casi ninguna foto. La escasa información que teníamos decía lo siguiente:

…es muy peligroso ya que durante 30 km, un error en la apreciación de la profundidad de la arena puede costar que os quedéis bloqueados, si no calculáis bien los tiempos de las mareas, podéis perder el coche por culpa de la marea creciente, además de esto, hay que tener en cuenta  las nieblas y las tormentas de arena. Dado que no hay cobertura de móvil, carreteras, i alimentos, refugios, ni auxilio, arriesgáis también vuestra vida….

Pero no podíamos irnos de Angola sin asomarnos a ese balcón.

Desde la bonita población de Tombua comienzan las dunas del desierto. La distancia según el GPS es de 170 km hasta la desembocadura del río Cunene, también llamada Foz de Cunene.

El paisaje salvaje de la costa es espectacular, se conduce sin muchos problemas durante los primeros kilómetros encontrándote restos de naufragios que no pudieron llegar sanos a puerto y quedaron varados en las dunas.

La playa se va estrechando a medida que avanzas y las dunas a tu izquierda van siendo cada vez más altas, hasta llegar a la llamada “Zona crítica”, dónde tan sólo existe una separación de 3 metros entre las altísimas dunas y las olas del Atlántico, por lo que un mal cálculo de las mareas puede ponerte en serias dificultades.

La he llamado la Costa encantada, no sólo por el maravilloso paisaje de las dunas a orillas del mar, si no por la sorpresa que te encuentras después de pasar  la “zona crítica”, grupos compuestos por cientos de cormoranes, pelícanos, flamencos y correlimos , se levantan a tu paso en un espectáculo de color y sonido que queda grabado para siempre en tu retina, numerosas familias de lobos marinos descansan semienterradas en sus playas, así como tortugas verdes.

Antes de llegar al Foz de Cunene te encuentras con la Península Das Piedras separada por pocos metros de la Isla Dos Tigres, creando la espectacular Bahía dos Tigres, cientos de aves,

y  lobos marinos son los tranquilos habitantes de este paraje increíble, en sus aguas someras

 y turbias abundan varias especies de escualos, entre ellos el gran tiburón blanco cuyo alimento principal son las crías de los lobos marinos.

Sin duda “La Costa Encantada” sigue siendo un lugar donde la naturaleza aún marca sus normas y sus ritmos. Espero que por mucho tiempo.


 

 

 

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